El futuro de Marantz, construido sobre los héroes del pasado
En 1960, Neil Diamond y Lou Reed eran los artistas jóvenes más excitantes de Nueva York. El ratón del ordenador, el horno de microondas de encimera y la casete de audio acababan de ser inventados. Gracias a los esfuerzos del héroe de la guitarra Les Paul, la grabación multipista se había convertido en el estándar para grabación y consumo. Su empresa, Ampex, había creado el grabador de estudio de ocho pistas, que permitía a la gente grabar instrumentos por separado y mezclarlos en una composición coherente y a la vez hacer que los amantes de la música buscaran tecnologías que fuesen capaces de reproducir de manera precisa dichas grabaciones.
Desde 1953, Saul Marantz estuvo desarrollando una serie de amplificadores en su casa de Kew Gardens, Queens. Habiendo obtenido un gran éxito con su Audio Consolette, Saul evolucionó el producto al Model 1, que con una gran cantidad de ajustes y modificaciones se convertiría en el Model 2 y así sucesivamente hasta que en 1960 comercializó el Model 9, un nuevo y revolucionario amplificador.
En el manual de la Model 9 se decía lo siguiente:
“La precisión y robustez de su construcción interna y externa habla por sí sola; se trata de una calidad que asegurará a su propietario el no va más en fiabilidad… Dos amplificadores Model 9 proporcionarán la mejor reproducción estereofónica posible.”
Equipada con válvulas EL34, este diseño push-pull paralelo ultralineal entregaba una potencia de 70 vatios, un logro significativo para su época. El incremento de la potencia de salida fue, en parte, fruto de la fuerte rivalidad con McIntosh, cuyas etapas de potencia eran (en aquel entonces) generalmente más musculosas que modelos Marantz comparables. Vale la pena señalar que la Model 9 también puede ser configurada en modo triodo para un sonido todavía mejor aunque con menos vatios.
Además de su elevada potencia, la Model 9 alcanzó nuevos horizontes en materia de estética gracias a un medidor de bias centrado en el panel frontal y una compuerta frontal abatible que ocultaba ajustes y conexiones. Hasta entonces, los productos Marantz habían tenido un aspecto más industrial al haber sido diseñados para ocultarse a la vista, pero Saúl estaba llegando a la conclusión de que los audiófilos también estaban igual de interesados en el diseño de interiores, por lo que los componentes de audio High End eran algo que debería ser mostrado.
El diseño y la arquitectura de mediados de siglo es uno de los movimientos más significativos hasta la fecha. Fue durante este período que las personas empezaron a cuidar el aspecto de sus hogares y, por supuesto, cómo sonaba su música favorita. Bauhaus se infiltró en Nueva York, mientras que diseñadores como Eames, Bertoia, Saarinen, Wright y Le Corbusier estaban creando productos y lugares con aspiraciones. La Model 9 fue diseñada para alinearse con, y quizás acentuar, esos componentes tan deseados y el particular estilo de vida que representaron.
Aunque la Model 9 era más que algo para exhibir. Fue uno de los primeros amplificadores en incorporar un medidor y un control para llevar a cabo diferentes funciones de prueba (a ganancia cero). Está equipada con controles para ajustar el bias de cada válvula de salida, pero también para ajustar el balance de corriente continua y corriente alterna, algo que, por supuesto, fue increíblemente cómodo para el usuario en esa época ya que permitía obviar el uso de analizadores de espectros u otros equipos de medida. Y tales fueron la suavidad de control y la estabilidad de la potencia de salida del amplificador que la NASA personalizó la Model 9 para su uso en el Programa Espacial Apolo.
Mientras tanto, el indicador de potencia en “ojo de buey” extendió –además de permitir a los usuarios compensar fácilmente las características de diferentes válvulas- la tradición de Marantz en el sentido de integrar funcionalidad con forma, proporcionando una seña de identidad que sigue siendo usada por Marantz en la actualidad. De nuevo, fue el conocimiento del diseño industrial de mediados del siglo pasado por parte de Saul lo que ha permitido al visualizador en ojo de buey superar la prueba del tiempo. Es tan icónico hoy como lo era hace 60 años.
Al igual que muchos productos de la época, se requería el montaje por parte del usuario, en parte por el interés en mantener el precio bajo control. Cada unidad venía con un manual, una tarjeta de prueba y un diagrama esquemático, así como un kit de accesorios que contenía un juego de tornillos y una llave Allen. En el manual de instrucciones se decía que “La Model 9 se calienta muy poco durante su funcionamiento normal.” Evidentemente, a continuación se advertía que cualquier amplificador se calentará mucho si no se le permite disipar sin limitaciones las calorías sobrantes en el aire circundante…
Aún así, se calentaba muy poco.