El cineasta Akinola Davies Jr, aclamado en Sundance, considera que la música en el cine es una “emoción cristalizada”. Davies crea un cine fluido, lírico y extremadamente personal, aportando su característico estilo visual y su experiencia vital en varios continentes a proyectos de imagen en movimiento que van desde impactantes documentales hasta anuncios de moda para Gucci. Para su lista de reproducción de Marantz, Amplified, Akinola comparte un conjunto de temas muy personales que han servido de inspiración o de banda sonora para sus películas, especialmente la última, el corto de realismo mágico Lizard.Palabras de James Balmont
A Akinola Davies Jr le viene a la mente la palabra “polímata”. Es ante todo un cineasta que trabaja en narrativa, documental, cine experimental, moda y vídeos musicales. Ha sido ganador del Gran Premio del Jurado de Sundance y nominado a los premios BAFTA, gracias a su cortometraje de 2021 titulado Lizard, y ha trabajado con marcas de lujo como Gucci y Louis Vuitton. También es DJ, presentador de radio, conferenciante y fundador de un prestigioso club nocturno. Estas innumerables vocaciones no bailan siempre al mismo compás, pero hay un leitmotiv en todas ellas: tanto en vídeo como en audio, Akinola es un narrador.
Como él mismo cuenta, su educación fue “un constante ir y venir”, mientras bebe un sorbo de su infusión en un estudio de posproducción del centro de Londres. Nació en Londres, se crió en Nigeria y pasó las Navidades y las vacaciones de verano repartido entre ambas, así como en Nueva York, donde vivían un hermano y una hermana mayores.
“A mis padres les gustaba mucho la música”, cuenta, y describe cómo visitaban a menudo el santuario del pionero del afrobeat y activista político Fela Kuti en Lagos, quien se convertiría más tarde en el protagonista del impactante documental de Davies, One Day Go Be One Day. Sus padres también dirigían un sello discográfico, a través del cual llegaba a Nigeria la música de artistas estadounidenses. “[Los sellos de Estados Unidos] sabían que Nigeria era un lugar bastante motivado por la música”, explica. “De vez en cuando, algún artista venía al país. Mi madre y mi padre recibieron a Stevie Wonder en casa. Hay fotos suyas en nuestra casa rodeado de un montón de gente.”
Además de las superestrellas que los visitaban, la casa de los Davies estaba llena de sonidos inspiradores. “Durante esos años de formación me asaltaban diferentes tipos de música”, dice Akinola, recordando el góspel metodista y pentecostal que escuchaba su madre, la omnipresencia de Michael Jackson, las sintonías de la televisión nigeriana y el R&B y el rap de los noventa.
Pero su inmersión en la música iba mucho más allá de su hogar. “En la cultura nigeriana”, explica Akinola, “la música es predominantemente comunitaria y surge en las fiestas. Allí tenemos anfitriones en las bodas, en los cumpleaños o en los funerales, que, cuando alguien llega a la fiesta o se marcha, le cantan como una especie de brindis”. Continúa: “Muchas de esas canciones en realidad se basan en la narración. Nacen de la propia situación, o los músicos pueden conocer algo de la vida de quienes acuden a una fiesta específica, y habrán hecho bien sus deberes… No me di cuenta realmente de lo especial y única que era esa base cultural hasta que me mudé definitivamente al Reino Unido”.
Pero fue el hiphop, y en particular un tema, el que realmente mostró a Akinola el poder de la música para contar historias. Se trata de un disco de 2Pac: Hit 'Em Up, de 1996. Recuerda “la pasión, la rabia y la ira, nunca había oído nada parecido”, y entonces decidió que “sea lo que sea esto, quiero perseguirlo y formar parte de ello”.
Cuando Akinola se unió a un internado, su madre le regaló un “pequeño equipo de música” con el que pudo escuchar a artistas como Aaliyah, Monica, Stereophonics, Green Day y Baz Luhrmann. Se fue conformando una banda sonora ecléctica mientras él pasaría desde ese entonces por “casi todo lo que se podía tener en lo que a aparatos de música respecta”. El happy hardcore, el drum and bass y el hiphop se incorporaron a la mezcla cuando los minidisc se convirtieron en iPods y los auriculares se volvieron inalámbricos. Cuando el cine se apoderó de él, cogió una grabadora de campo Marantz y empezó a experimentar con el sonido. Cuanto más trabajaba con este medio, más exigente se volvía. “No me gusta el sonido plano, ni siquiera para una canción pop”, cuenta para contextualizar sus rituales de escucha, “simplemente no está diseñado para eso”.
// El sonido es la emoción de una imagen. La imagen es la historia, pero el sonido cristaliza la emoción. //- Akinola Davies Jr
Como cofundador de las extravagantes noches del club PDA, Akinola forjó una conexión aún más profunda con el sonido. El ambiente del club evoca en él una profunda sensación de libertad. “El sonido en ese momento es bastante astral. Te hace viajar en el tiempo… Es algo físico, estar justo al lado del altavoz y que diferentes DJ pinchen y mezclen diferentes géneros”. A continuación, su descripción se vuelve casi espiritual: “Estar en un espacio en el que toda la energía está orientada hacia la misma dirección es algo bastante excepcional. En cierto modo, es casi divino. Así sentía yo la fiesta. Se convirtió en ese espacio casi divino y hedonista de puro escapismo”.
Las mismas cualidades se pueden encontrar en las películas de Akinola, en las que selecciona la música por sus cualidades espirituales y su capacidad de transportarte. "Creo que en realidad el sonido es eso”, dice. "El sonido es la emoción de una imagen. La imagen es la historia… pero el sonido cristaliza la emoción. Hace que las personas estén donde tú quieras que estén, o que se sientan como tú quieras que se sientan”. Hasta que una película no tiene música, rara vez está seguro de ella. “No estoy muy implicado emocionalmente en la edición hasta que se hace la banda sonora”, reconoce.
Su galardonada película Lizard, cuya banda sonora es obra de Tim DeWit, antiguo miembro de la banda de música electrónica experimental neoyorquina Gang Gang Dance, es un ejemplo perfecto. Lizard es un drama bastante corriente, pero tiene algunos elementos de realismo mágico. “Al añadir un sonido que evoca más a una película de ciencia ficción o de suspense, ya hemos despistado a todo el mundo”. Se puede experimentar la misma sensación en sus otros trabajos: desde la música electrónica etérea y ambiental en el hipnótico corto documental situado en Nigeria, Zazzau, hasta los ritmos sinfónicos de broken beat en la producción de la BBC Black to Life; y desde los vibrantes e inspiradores sonidos de Sampa The Great en Dance Accepts Everyone para Facebook, hasta el funk lento en el elegante Out of Fashion para Red Wing Shoes.
"Es una de las herramientas más importantes que tenemos a nuestra disposición”, dice. El sonido “desempeña un papel fundamental para que el público se crea una película, y esto implica tanto al diseño de sonido como a la música con licencia o a la composición original. La gente tiene que estar inmersa, sumergida en lo que estás haciendo”. No es de extrañar, pues, que el sonido suela aparecer al principio de su proceso creativo: hace listas de reproducción para indicar el tono a sus colaboradores. Pero también es la guinda del pastel, el pegamento que hace que el todo esté unido en el producto final. Es de suma importancia durante toda la producción, explica, porque “la gente perdona una mala imagen, pero no perdonará un mal sonido”.
Akinola tiene en proyecto ahora mismo un largometraje narrativo y uno documental, y señala que se ha obsesionado con “contar bien la historia”. Y aunque por ahora se mantiene hermético en lo que se refiere a estas nuevas historias, una cosa es segura: como muchos de sus trabajos anteriores ya han constatado, “la música jugará definitivamente un papel importante”.
“Trasladándolo a la cocina, el diseño de sonido sería probablemente como la cebolla o el ajo”, afirma Akinola, mientras reflexiona sobre su lista de reproducción ambiental, guiada por su estado de ánimo. “Lo que hace es resaltar la textura y el sabor y realzarlo todo, o llevarte en una dirección concreta”. La música que ha elegido refleja el ambiente cambiante y muchos de los temas que se abordan en Lizard. “Mis listas de reproducción son muy particulares. Elijo minuciosamente cada canción. Cada lista tiene que evocar un estado de ánimo muy específico y tiene que durar 45 minutos o, como máximo, una hora”. Con un conjunto cuidadosamente secuenciado de pistas profundamente envolventes, la lista de reproducción Amplified de Akinola puede experimentarse como si fuera una compleja película en sí misma.
// En ese momento, el sonido es bastante astral. Te hace viajar en el tiempo… Es algo físico. //- Akinola Davies Jr
Los vi actuar en el PDA y pensé: “Vaya, esta persona es muy salvaje y sorprendente. Esta canción es viciosamente emotiva”. Las cuerdas normalmente connotan mucho sentimiento, y en esta canción se siente como una extremidad, pero es muy delicada… y cuenta una historia dentro de lo que está haciendo. Y el nombre de la canción coincide con la instrumentación. Se siente literalmente como si todos los principios de una familia (el amor, la compasión, el cuidado) chocaran frontalmente entre sí.
Es una de las canciones más hermosas que he escuchado. Transmite una sensación de protección, como alguien que iría hasta el fin del mundo para proteger a una persona a la que ama. La composición es como una danza refinada, se siente casi como ir a la ópera o al ballet, porque hay bajos, hay altos, hay subbajos… todo en ella es como una composición perfecta. Y la forma en que utiliza su voz es muy tierna. Es muy tranquilizadora y muy reconfortante.
Unos amigos míos, Curl [Mica Levi, Coby Sey y Brother May], dieron un espectáculo en Silvertown con Ryuichi Sakamoto, y todo el mundo hablaba de él con enorme reverencia. Vas a algunos espectáculos que cambian toda tu percepción de lo que puede ser la actuación y la música. Hay algo especial en las actuaciones improvisadas en las que nadie, ni siquiera el artista, sabe lo que va a conseguir, y lo que se ve es gente fluyendo libremente de forma creativa. Eso es lo que se consigue al unir la crudeza con un compositor experimentado, alguien que crea estas composiciones realmente tiernas, pero intrincadamente tejidas.
Una de mis películas favoritas es “Rockers”, de Theodoros Bafaloukos, y esta es la interpretación en directo que hace en la película. En ese momento no sabía quién era Burning Spear, pero en cuanto vi ese momento, me quedé enganchado. Hay algo en su sencillez… cierta vulnerabilidad y sinceridad. No hay música, solo se oyen los grillos y el sonido de la noche y de un río. Es muy íntimo. Y creo que eso te pilla desprevenido. Es solo una voz como instrumento que transmite mucho sentimiento, dolor y optimismo… y también una historia dentro de ella. Es increíble.
// La gente tiene que estar inmersa en lo que estás haciendo. El sonido desempeña un papel fundamental para que el público se crea una película. //- Akinola Davies Jr
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Todas las fotografías fueron tomadas por Zaineb Albeque.